Ayer caminaba por el Zócalo de la Ciudad de México y un señor se aproximó a pedir ayuda. Quería llegar a la embajada de Guatemala y comencé a buscar en mi teléfono. Mientras buscaba en mi teléfono, él nos contó que unos policías lo habían detenido y maltratado y le habían robado su dinero. Nos dijo que lo detuvieron porque había entrado ilegalmente al país. Como habrán adivinado, el señor decía venir de Guatemala.
Al principio no dudé en ayudarlo a encontrar la dirección de la embajada, pero mientras me contaba estas cosas no supe exactamente que podría hacer por él. Me preguntaba con un tono muy entristecido que por qué los policías eran ladrones en mi país y yo sólo pude responder "pues a veces así son". Como no encontraba la dirección de la embajada me dijo que también podía indicarle dónde estaba relaciones exteriores a lo cual respondí, pensando en lo que me había dicho sobre los policías, que le recomendaba que mejor fuera a su embajada. Hasta ese momento el señor no me había pedido nada más que indicaciones pero entonces dijo que mejor no iría ni a su embajada porque probablemente lo deportarían. Entonces me pidió indicaciones para llegar al cruce del tren y si podía ayudarlo con agua, comida o dinero.
Siendo como soy, nunca he podido confiar en verdades no comprobables. Desconfié entonces del señor pero por como se habían dado las cosas decidí seguir creyendo y ayudarlo. Le indiqué lo mejor que pude como dirigirse hacia donde mi pidió, le di los diez y algo pesos que traía y fuimos a comprarle agua y algo de comer. Todo esto aún con reservas sobre si decía la verdad y, siendo honesto, esperando que no lo fuera pues sería más feliz sabiendo que alguien me "estafó" unos 100 pesos que habiendo ayudado tan poco a alguien en una situación tan terrible.
Cuando nos separamos del señor, Lili se notaba muy entristecida y luego de un rato comenzó a llorar. Le dije que no se pusiera así y como tratando de disculparme por haber hecho tan poco le dije que no supe qué más podíamos hacer por él. Pero entonces lo pensé bien y me di cuenta que pudimos haber hecho mucho más por él. Pudimos llevarle a la casa y ofrecerle donde dormir para que no tuviera que seguir cansado y de noche. Pudimos haberle comprado un boleto que lo acercara a donde fuese o llamado un uber que lo llevara a dónde quería en la ciudad.
En fin, esta entrada es para descargar la pena que siento de no haberlo ayudado más. Pasaron más cosas ese día que me hicieron sentir más culpable, como el hecho de que nos encontramos con un marcha encabezada por un grupo de Guatemala pidiendo que encontrasen a sus inmigrantes desaparecidos.
Hace tiempo que no creo en Dios pero ayer la culpa me hizo pensar.